El ejecutivo como referencia
El dicho “La palabra convence, pero el ejemplo arrastra” es tan claro
como acertado. Decimos con ello que el
líder se convierte en una referencia para quienes lo siguen, una referencia que
los guía, los alienta y les da la certeza necesaria para superar los momentos
más críticos de cualquier grupo. El ejemplo inspira a los colaboradores y, para
el líder, éste se convierte en una forma duradera y efectiva de influir
positivamente en ellos.
De niño fui boy scout y en un
momento de mi desarrollo en el movimiento escultista, que así se le denomina,
logré ser subguía de uno de los pequeños grupos a los que se les llama
patrullas. Una de mis funciones implicaba que, en la ausencia del guía, yo
dirigiera a ese equipo en las actividades que se realizaban en conjunto con los
otros.
En cierta ocasión, el guía de mi
patrulla faltó y por primera vez me correspondió suplirlo durante toda esa
jornada. Mi equipo, llamado Águilas, se componía de los chicos más jóvenes y,
por tanto, de los que menos habían embarnecido. Este aspecto se volvió
importante durante un ejercicio que consistía en apoderarse de un gran bastón
que sostenía el banderín de honor. Nos tocó lidiar contra los Búfalos, quienes
eran los más robustos de entre todos los chicos. Cuando les expliqué a mis
compañeros que se trataba de correr por turnos, tomar aquel bordón y regresar
corriendo lo más rápido posible con él hasta nuestro punto de partida, todo
mundo lo vio fácil, hasta que les dije que cada miembro del otro equipo
intentaría lo mismo que nosotros de forma simultánea. La cara de cada niño se
dirigió de inmediato hacia el rival que les tocaría para confirmar que al menos
había entre 10 y 15 centímetros de diferencia en las estaturas, y también en las
musculaturas. Ninguno estaba más espantado que yo, pues, además de lo anterior,
yo tenía el primer turno y las miradas de todos hacía mí oscilaban entre la
incredulidad a mi temporal investidura y la conmiseración ante tal reto.
Cuando miré a Rodrigo, quien era el
más alto y más fuerte y mi contrincante, suspiré; más bien, resoplé. De pronto,
antes de empezar, no sé cómo ni por qué, pero sentí una extraña mezcla de amor
propio con una descarga de valentía irracional, y aceptando lo temerario de la
acción, salí disparado ante la señal de arranque. Mi única ventaja era la
rapidez, pues el otro era terriblemente pesado. Así, logré tomar primero el
bordón, y una sonrisa se dibujó en mis labios ante tal hazaña, pero cuando
empecé a correr de regreso, sentí una verdadera tenaza en uno de mis brazos.
Rodrigo me detuvo en seco y yo caí como un saco de huesos; luego tomó el bordón
con ambas manos para intentar llevárselo, pero para su sorpresa, yo no lo había
soltado. Él empezó a jalonear con una fuerza que yo sentía descomunal, pero ni
así dejé el bordón. Desesperado ante mi terquedad, optó por una medida
sencilla: empezó a arrastrarme hasta llegar a su punto de partida. Así los
Búfalos lograron ganar el primer punto. Yo quedé completamente raspado y
maltrecho tanto en mi flacucho cuerpo como en mi juvenil orgullo.
Las risas de los Búfalos siguen
retumbando aún en mis oídos, pero también conservo en mi mente las miradas de
orgullo de mi patrulla y del resto de los presentes. Pero hubo más: de manera
inusitada, uno a uno de mis compañeros de equipo repitió la hazaña, si es que
se le puede llamar así. Las risas de los Búfalos callaron y el grito de
“Águilas siempre, hacia las cumbres” no necesitó de ninguna puntuación para
hacernos sentir los genuinos vencedores de ese desafío.
Usted no debe olvidar jamás que el
ejemplo es el más poderoso instrumento de liderazgo.
Fragmento del libro
Gómez, J. (2017).Genoma Ejecutivo: Más allá del liderazgo. México: Coaching transformacional M.R.
Fragmento del libro
Gómez, J. (2017).Genoma Ejecutivo: Más allá del liderazgo. México: Coaching transformacional M.R.
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